lunes, 6 de mayo de 2013

El cuento




Postlove nace con las cartas editadas por Bea y Elizabeth, dos estudiantes universitarias que eventualmente colaboran en una pequeña Editorial, la cual ha decidido publicar un libro con las cartas eróticas que envíen sus lectores.
Entre carta y carta Elizabeth y Bea quedan para ir al cine o al bar y hablan sobre las cartas editadas, mientras tanto Bea pretende acabar un ensayo sobre el erotismo y Elizabeth actuar en su nuevo proyecto de teatro.
Los amantes de Postlove aspiran a lo trascendente y lo encuentran en el mismo instante, en que se entregan al placer; descubren que lo sexual puede llevarlos hacia lo absoluto imaginario, lugar donde los egos se encuentran, fuera del campo de batalla en el cual se suele atrincherar el erotismo.
Estos amantes casi anónimos nos hablan del deseo en estado puro y su posibilidad en el azar. Quieren hacernos dirigir la mirada hacia otros espacios, otros juegos de palabras y otros colores mentales, con los que pintan sus aventuras. Abriéndose a su paso pequeños vacíos que llenan con la melodía de Dionisios, tal y como suena en sus oídos.

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